Finalmente mis temores fueron más fuertes que las esperanzas de toda Venezuela de alzar la Copa en su primera final de fútbol. Un gol de Dominic Calvert-Lewin, en el primer tiempo, colocó a la vinotinto en un descalabro y un claro desespero por empatar y remontar en un segundo tiempo donde un Freddie Woodman; en el papel de portero, logró salvar a los ingleses de un penalti ejecutado por Adalberto Peñaranda.
No hay que reprochar nada. Nada. Los más hábiles reporteros y especialistas del fútbol nacional esperaban (junto a mi) con triste ansia que Venezuela volviera a la realidad y supiera nuevamente lo que es la derrota. Y es que la Vinotinto hizo el patético papel de siempre al delegar en una persona (Peñaranda) las responsabilidades que debían ser de todo un equipo. Es comprensible, pues la selección mayor; por ejemplo, tuvo unas eliminatorias para el olvido: Un pésimo 'Chita' San Vicente que no se dejaba escuchar y que hizo que la vinotinto hiciera el ridículo. Tardando la federación en removerlo de su puesto y poner a un digno ex-portero de la vieja escuela: Rafaél Dudamel. Éste último apostó fuerte para que la Vinotinto hiciera historia en un Mundial Sub-20, muy a pesar de esta final.
Por otro lado, la 'profecía' del cuadro de honor finalmente se cumplió. Las matemáticas no fallaron al enterarme de que Italia aplastó con un 4-1 en penales a Uruguay.
Nuevamente los invito a caerme a coñazos a través de sus comentarios, yo sabía desde el momento que hice el análisis de esta final que pasó de que Inglaterra se iba de este mundial sólida y muy bien articulada. Era de esperarse, pues en los tres partidos que jugó previamente ganó sin necesidad de ir a prórroga; cosa que sí hizo Venezuela, a quien tengo que reconocer que dejaron más en alto nuestra tricolor al hacer historia cuando clasificaron a una final de una Copa FIFA, la más importante del fútbol mundial después de la Copa del Mundo de selecciones mayores.
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