Cuando Steemit
empezó siendo una plataforma descentralizada en el que se le brindaba sus
usuarios tener una remuneración rápida – a decir verdad, una semana es
demasiado- por cada publicación a través de una criptomoneda, muchos de este
mundillo –quiero decir, escritores y creativos del teclado-; personas que se
sentían marginadas por las grandes corporaciones y empresas de medios
electrónico se entusiasmaron porque finalmente hallaron la forma de generar
ingresos sin necesidad de que éstos pasaran por una burocracia en la que, al
salir, se viera reducido a lo más mísero, obligando a los autores a,
literalmente, matarse horas y horas en el computador; empleando una especie de
doctorado en Photoshop y demás programas de ilustración y edición de vídeos,
para hacer un contenido que a veces, como suele pasar, no se hace viral de
inmediato.